• Los PoweRanchers® José Alfredo Jiménez Sandoval •
Mi pequeño homenaje al maestro José Alfredo en el aniversario de su natalicio (lo iba a armar el domingo 19 de enero pero no había tenido tiempo), dejo un par de discos de él, cantando incluso composiciones de otros autores y una compilación (recopilada por mí) de sus temas interpretados por otros PoweRanchers, tales como: Francisco "El Charro Avitia", Luis Pérez Meza "El Trovador del Campo", Amalia Mendoza "La Tariacuri", Lola Beltrán "Lola La Grande", Miguel Aceves Mejía "El Rey Del Falsete", María de los Ángeles Loya "La Consentida", Luis Aguilar "El Gallo Giro", Pedro Infante, Alicia Juarez, Lucha Villa, Antonio Aguilar "El Charro de México", Jorge Negrete "El Charro Cantor" "El Charro Inmortal", Enriqueta Jiménez "La Prieta Linda", Javier Solís, Irma Gloria Ochoa "Lucha Moreno", Rosina Navarro, Los Hermanos Zaizar, etc. La lista la pueden ver acá en éste reproductor flash, obvio ahí mismo pueden escuchar las rolas, las cuales las puse en el orden que a mi entender son las mejores, anexo además, las que mas me agradan a mí interpretadas por él mismo!
• • • José Alfredo Jiménez Sandoval • • •
19 de Enero de 1926 - 23 de Noviembre de 1973
Fue el 19 de enero de 1926 cuando nació José Alfredo Jiménez en Dolores Hidalgo, Guanajuato, cuna de la independencia nacional, pueblo del torno y del barro. Ahí pasó los primeros diez años de su vida, escuchando las canciones de los compositores de la época entre juegos infantiles y tertulias familiares.
José Alfredo fue un niño feliz al lado de sus hermanos y de sus padres don Agustín Jiménez, químico farmacéutico de la universidad de San Nicolás, dueño de la única farmacia del pueblo, y Carmen Sandoval, quien se dedicaba a sus hijos.
Desde aquellos años comenzó a manifestar su vocación por el canto, su amor por la música y su gran facilidad para componer, al escribir algunas canciones y letras dedicadas al campo y a algunos animales domésticos. También se presentaba vestido de charro, interpretando temas populares en festejos públicos, en Dolores.
En 1936, cuando José Alfredo tenía diez años de edad, la vida le asestó un duro golpe con la muerte de su padre, don Agustín, y a partir de entonces se vio forzado a iniciar su lucha por la vida.
Como consecuencia, ese mismo año, acompañado de su tía Refugio Sandoval, tuvo que mudarse a la Ciudad de México, en donde terminó su educación primaria. Él y su tía se instalaron en la colonia Santa María la Ribera, habitada en aquel entonces por gente de dinero, así como por importantes artistas e intelectuales.
José Alfredo supo desenvolverse en ese ambiente de controversia a pesar de las muchas dificultades que tuvo que vencer al haber quedado huérfano de padre, con muy pocos recursos económicos y con un carácter tímido e introvertido.
Sus tres hermanos y su madre se vieron igualmente forzados a abandonar también el terruño, por lo que la señora vendió la farmacia y viajaron a la Ciudad de México para encontrarse con la tía Cuca y con el pequeño José Alfredo.
Con el dinero que obtuvo con el traspaso de la farmacia, montó una tienda de abarrotes, que por desgracia no pudo administrar debidamente, por lo que Nacho, el mayor de sus hijos, y José Alfredo se vieron en la necesidad de dejar los estudios para trabajar, y con ello truncaron la posibilidad de hacer una carrera universitaria, lo cual había sido el sueño de su padre.
Al poco tiempo, Nacho convenció a su madre de partir con la familia a Salamanca, Guanajuato, en donde trabajó arduamente en la refinería de PEMEX. José Alfredo, por su parte, no aceptó dejar la capital y se instaló junto con la tía Cuca en las calles del Chopo.
Alternaba su vocación de compositor con el trabajo de mesero en un restaurante de antojitos yucatecos llamado La Sirena. Al mismo tiempo su juventud, su amor por el deporte y sus aptitudes lo llevaron a las filas del equipo Oviedo, y más tarde a las del Marte, en donde compartía la portería con el gran arquero Antonio “Tota” Carvajal.
Después de haberse acercado a las radiodifusoras y casas disqueras de la época, y de haber tocado muchas puertas, obtuvo una oportunidad a través de Andrés Huesca, quien lo presentó con Mariano Ribera Conde, entonces director artístico de RCA Víctor.
José Alfredo ya contaba para ese momento con un repertorio considerable, pues en el poco tiempo que su trabajo le dejaba disponible, había formado un grupo con los hermanos Enrique y Valentín Ferrusca y Jorge Ponce, hijo del dueño del restaurante La Sirena, al que llamaban José Alfredo Jiménez y los Rebeldes.
Él era el solista y sus amigos lo acompañaban con sus voces y sus guitarras para llevar serenatas, mañanitas, o bien, para amenizar alguna reunión. José Alfredo plasmaba en sus canciones las vivencias, alegrías y decepciones propias y las de sus amigos. De ahí letras como “Un Día Nublado”, “El Vencido”, “Como un Criminal”, “Ella”, “El 15 de Septiembre”, “Yo”, “Mi Despedida”, “Nuestra Noche”...
Desde que apareció su primera grabación, “Yo”, interpretada por Huesca y sus Costeños, la cadena de éxitos se fue eslabonando año con año y, a partir de entonces, se colocó entre los mejores compositores.
En la década de los cincuenta experimentó importantes cambios en su vida económica, profesional y personal; contrajo matrimonio en 1952.
Finalmente José Alfredo alcanzó el éxito, y lo vivió sin perder la sencillez que desde niño lo había caracterizado.
En su obra se encuentran diversos géneros de nuestra canción, como el huapango, el bolero, el corrido y la canción romántica ranchera.
Gracias a su inspiración y creatividad, compuso una obra que día con día tiene más popularidad y admiradores en todo el mundo, obra que permanece vigente a más de 30 años de su fallecimiento.
José Alfredo falleció el 23 de noviembre de 1973.
15 Curiosidades de José Alfredo
Nombre y apodos
Su nombre completo es José Alfredo Jiménez Sandoval, nació en Dolores Hidalgo, Guanajuato, el 19 de enero de 1926, es hijo de Agustín Jiménez Aguilar y Carmen Sandoval. Tuvo tres hermanos: Concepción, Víctor e Ignacio. Desde niño lo apodaban “Fello”, ya como un artista consolidado le decían “El Embajador de la Música Ranchera Mexicana”, “El As de la Música Ranchera” y “El Hijo del Pueblo”; por su gusto por el alcohol y la parranda le llamaban “El Patrono de las Cantinas”.
¡Dos madres!
Al quedar huérfano de padre, a los 10 años impulsado por la necesidad abandona Guanajuato para instalarse en la Ciudad de México con su tía Refugio, tiempo después su mamá y hermanos lo alcanzarían. La llamaba cariñosamente “tía Cuca”, ella nunca se casó y ayudó a su hermana Carmen en el cuidado y la educación de sus cuatro hijos, sentía un especial cariño por José Alfredo y él decía que ella era su “segunda madre”.
Cambio de escenario
Su buena estatura y su complexión delgada lo hicieron destacar en el futbol como portero a los 18 años y llegó a jugar en Primera División con los clubes Oviedo y Marte, pero dejó las canchas por los escenarios y los estudios de grabación, decidió tomar la pluma, el papel y el micrófono para cantarle a México.
Camino a la fama
Trabajó en la tienda de abarrotes que abrió su mamá y su tía Cuca en Santa María La Ribera. Además fue mesero en el restaurante de antojitos yucatecos “La Sirena” por el rumbo de San Cosme donde también cantaba con el grupo Los Rebeldes. El lugar era frecuentado Andrés Huesca, quien oyó hablar de él, le grabó el tema “Yo” y lo encaminó a la fama.
Ranchero citadino
Aunque sus canciones tenía referencias al campo mexicano, pocas veces lo visitaba, incluso no conoció el mar pero escribió una canción sobre él describiéndolo (El siete mares). El ejemplo más visible es el tema “El corrido del caballo blanco” donde frases como “ya se iba cayendo, que llevaba el hocico sangrando” y “dicen que cojeaba, de la pata izquierda, y a pesar de todo, siguió su aventura”, la escribió pensando en su automóvil Ford blanco que siempre se le descomponía cuando andaba de juerga nocturna.
Serenatas chilangas
Enamorado sin remedio, José Alfredo invitaba a Chavela Vargas a “dar gallo” en la Ciudad de México a las conquistas de ambos, acompañados únicamente por una guitarra y una botella de tequila, se entendían bien “de borracho a borracho”, había perfecta complicidad y la gente que los veía en la calle no sabía si la serenata era para la novia de Chavela o la de José Alfredo. Una de las serenatas fue a una mujer argentina de nombre María que vivía por Insurgentes Centro y mientras él echaba romance, “La Chamana” cantaba.
Charla con Dios
Cuando agarraba la botella y la juerga, José Alfredo confesaba que platicaba con Dios sobre la vida, el amor, la tristeza, por eso le dedicó una canción “Las ciudades”: "Te vi llegar, y sentí la presencia de un ser desconocido; te vi llegar, y sentí lo que nunca jamás había sentido… Te dije adiós, y pediste que nunca, que nunca te olvidara; te dije adiós, y sentí de tu amor otra vez la fuerza extraña". Tema que no menciona a ninguna mujer, él decía que era una oración.
No la chifle que es cantada
Sin educación musical y sin saber tocar los instrumentos, pero José Alfredo silbaba el ritmo que le gustaba para las canciones y Rubén Fuentes le hacía los arreglos musicales para que lo acompañara el Mariachi Vargas de Tecalitlán.
Tufo etílico
Su gran sensibilidad le permitió escribir más de mil canciones, todas ellas sencillas y claras pero bastante emotivas, en un gran número de ellas hace referencias a las bebidas alcohólicas y sus efectos, por ejemplo Tu recuerdo y yo: Estoy en el rincón de una cantina, oyendo una canción que yo pedí, me están sirviendo ahorita mi tequila, ya va mi pensamiento rumbo a ti…
Canción matrimonial
Para pedirle matrimonio a Paloma Gálvez compuso el tema “Paloma querida” y se la interpretó en una serenata: Por el día que llegaste a mi vida, Paloma querida me puse a brindar… yo no sé lo que valga mi vida, pero yo te la vengo a entregar, yo no sé si tu amor la reciba, pero yo te la vengo a dejar… Se casó con ella y tuvo dos hijos: José Alfredo y Paloma. Con la Canción “Serenata sin luna” desvaneció una leve diferencial conyugal que los mantuvo separados.
Mucho corazón
Además del alcohol, su otro vicio era el amor por las mujeres. Su táctica se seducción era escribirles canciones, a Cristina Fernández le compuso "Ella", aunque hay quienes dicen que fue para María Felix: Me canse de rogarle, me canse de decirle, que yo sin ella de pena muero; otro romance fue con Lucha Villa, a quien le dedicó "Amanecí en tus brazos": Amanecí otra vez, entre tus brazos, y desperté llorando, de alegría, me cobijé la cara, con tus manos; aunque el corazón de “La Tigresa” Irma Serrano latía por Gustavo Díaz Ordaz, le compuso "Si nos dejan": Yo creo podemos ser un nuevo amanecer de un nuevo día, yo pienso que tú y yo podemos ser felices todavía; y a uno de sus últimos amores, Alicia Juárez, le cantó "Te solté la rienda": y cuando al fin comprendas, que el amor bonito, lo tenías conmigo, vas a extrañar mis besos, en los propios brazos, del que esté contigo…
Creador de estrellas
Las canciones de José Alfredo Jiménez ayudaron a consolidar el éxito y la fama de muchos artistas que interpretaron magistralmente sus temas, algunos de quienes grabaron sus composiciones fueron Pedro Infante, Lola Beltrán, Lucha Villa, Miguel Aceves Mejía y Chavela Vargas.
Amor por el pueblo
Agradecido por el cariño y el éxito que le dio el público les compuso temas “Gracias”: Cómo puedo pagar, que me quieran a mí, por todas mis canciones, ya me puse a pensar y no alcanzo a cubrir, tan lindas intenciones. Se sentía identificado y se convirtió en el poeta popular que supo atrapar el gozo y el dolor de la gente: “te adoré, te perdí, ya ni modo”, donde una derrota se convierte en una victoria. En la canción “El hijo del pueblo”: Yo compongo mis canciones, pa' que el pueblo me las cante, y el día que el pueblo me falte, ese día voy a llorar.
Profeta fatal
Pareciera que los visualizó y los plasmó en una canción “entre copa y copa se acaba mi vida” y así fue. El alcohol mató a José Alfredo Jiménez. Murió de una cirrosis hepática el 23 de noviembre en la Ciudad de México. Catorce días antes tomó su auto, dejó el hospital donde convalecía y fue a buscar a su hijo para festejar juntos los 18 años de José Alfredo Jr., compraron un “pollito” para cenar y jugaron dominó toda la noche.
…no vale nada!
Declaró públicamente que no quería ser llevado a la Rotonda de los Hombres Ilustres por si algún presidente se le ocurría, él quería ser sepultado en Guanajuato y escogió su propio epitafio: “La vida no vale nada. José Alfredo Jiménez”.
Editado por KeyzerSoze,
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