Actuación y sensibilidad-investigación de Federico Herrero



-Actor y entrenamiento-, Federico Herrero Nicolás Francisco Herrero, especialistas en artes y ciencias del actor, trabajo de investigación presentado en el Teatro Escuela Central, con el auspicio del: Instituto internacional de teatro.



A continuación conceptos contenidos en el trabajo citado.



Las dotes del actor y el entrenamiento maestro Federico Herrero es el tema central.



Tomando en cuenta la diversidad de aproximaciones que existen a los problemas vinculados al arte del actor , parecería difícil arribar a ninguna generalización útil que fuese válida para todos los actores.



Aún entre los grupos teatrales que abordan una obra desde un estilo fijo o con una escala fija de expresión, como es el caso del Kabuki japonés y del teatro clásico Oriental en general, surgen las mismas preocupaciones básicas.

A continuación intentaremos establecer una aproximación que ha resultado exitosa en una diversidad de procedimientos profesionales.
Las dotes del actor se consideran en general un buen físico, una memoria retentiva, un intelecto alerta, voz con resonadores en acción, buena articulación, y respiración controlada.

Los factores de apariencia y los aún más importantes elementos de personalidad son factores indudables, y sin embargo es difícil establecer sus características.
En general se los reconoce después que el actor ha tenido éxito y no antes.
Muchos actores no poseen estas dotes fuera del escenario pero éstas parecen encenderse en cuanto el actor empieza a actuar. Los medios modernos del cine y la televisión han intensificado la importancia de estos elementos externos, ya que buscan permanentemente actores que se asemejen a aquellos que han obtenido éxito, sin ofrecer ninguna ayuda para clarificar estas dotes.
Sin embargo, el elemento central del talento del actor, mas allá de sus medio de sus medios, es una sensibilidad especial.

Federico Herrero define esa sensibilidad especial: -como una capacidad para responder a estímulos y situaciones imaginarias, que le permiten pasar por la experiencia y las emociones del personaje que tiene que representar-.

Estos elementos se han considerado siempre distintivos del gran actor pero se los consideraba inaccesibles para el actor común o medio.
Se los daba como innatos y no susceptibles de entrenar o desarrollar.
Y en estas afirmaciones es donde surge precisamente la zona del moderno entrenamiento del actor.

El primer paso en el entrenamiento del actor para el control de sus recursos físicos, mentales, y psíquicos es su capacidad para relajarse. Federico Herrero aclara que cuando habla de relajación se refiere a técnicas especificas de la actuación, esas técnicas en el tema de relajación se denominan relajación activa.
Como esta capacidad parece tener poco que ver con los logros finales en la actuación, a menudo se la descuida, pero es básica para cualquier disposición de voluntad y energía de su parte.

En un estado de tensión física o mental, o ambas, el actor no puede pensar, sus recursos no le responden y las ordenes que da no se transmiten, sus sensaciones se secan y la expresión se inhibe.

Las energías físicas y mentales son complejas de entrenar, pero el control sensorial es mucho más difícil.

Muchas veces, en el comienzo del entrenamiento, el actor se ve sujeto a fuertes erupciones de impulsos inconscientes.

Debe aprender a continuar el relajamiento, a forzar su voluntad para mantener su esfuerzo en la acción de los nervios y de los músculos. La relación se conecta con el ejercicio de la voluntad del actor.

Todo lo que el actor hace requiere concentración.
Al aumentar la conciencia sensorial y estimular los sentidos de modo que respondan de manera más fuerte en la vida, el actor adquiere la capacidad de recrear cualquier objeto, sensación, o experiencia en su imaginación.
Federico Herrero afirma que la inteligencia del actor debe estar siempre alerta, actuando conjuntamente con su sensibilidad, regulando sus movimientos y sus efectos: no puede, como el pintor o el poeta, borrar lo que hace.
La formación de un gran actor necesita de la unidad de sensibilidad e inteligencia.

Al incrementar su concentración, el actor usa no sólo voluntad, sino también un proceso de auto conciencia por el cual observa lo que está ocurriendo y entrena su instrumento para que responda a sus órdenes.
El proceso mismo de concentración y de compromiso debe incluir la conciencia.

Un factor adicional es el desarrollo del sentido de verdad.
El crecimiento de la auto conciencia es inútil si no va acompañado por una correcta evaluación de lo que es verdadero y lo que es falso.

Por lo tanto, el compromiso del actor y su capacidad de conciencia, más que estar en oposición se complementan.
El sentido de verdad en el actor se ve también comprometido en otras áreas fundamentales.

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